domingo, 28 de junio de 2015

Una aventura con Pinocho




Se despertó sin abrir los ojos. Quería eternizar el bienestar que los restos de oxitocina le hacían sentir. «Los efectos secundarios del juguete nuevo», pensó, suspirando de placer. Palpó las sábanas buscando el consolador. El “Sean Connery” bajito e italiano que se lo vendió le aseguró su eficacia.
Saltó de la cama al oír el agua de la ducha. Observó el caos, las huellas de una loca velada. Pero el aparato no aparecía. No entendía nada.
En el suelo estaba la caja. La cogió y se sentó buscando en ella una explicación.
–¿Qué diablos me vendiste ayer, Geppetto? –susurró.

2 comentarios:

  1. Me sorprendiste con este texto, fue totalmente inesperado. Me sonrojo e incomodo levemente, pero aplaude tu creatividad. Es interesante y atractivo.

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  2. Me alegro de haberte sorprendido :) Gracias por pasarte.

    Saludos.

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